El “supermartes” no sólo tiene trascendencia en Estados Unidos. Siempre envidiosos, los argentinos tuvimos nuestra versión vernácula. Claro, no vinculada a elecciones internas. Sino a elecciones de vida. 900 pasajeros se subieron a un tren bautizado “El Gran Capitán”. Partieron de Posadas, en la provincia de Misiones, un domingo. Llegaron un martes. Los ocupantes pasaron dos días de sus vidas arriba de vagones, como si fueran parte de un ejercicio de supervivencia. Chicos durmiendo en el suelo. Sin agua potable. Con un pedazo de pan y una feta de fiambre como comida. Ancianos descompuestos, mujeres embarazadas sudando de fiebre. Así soportaron 900 argentinos su viaje por las vías. El tren quedó varado en el medio del campo. Después llegó la frase preferida cuando surge un problema: “en media hora se soluciona”.
Cuarenta y ocho horas después, llegaron un martes a la tarde, cansados y vapuleados. Por los ándenes arrastraron sus pertenencias; en sus caras llevaban las muestras de impotencia y de la ingratitud privatizada.
martes, 5 de febrero de 2008
El supermartes argentino
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lunes, 4 de febrero de 2008
El "Pelado Alvarez"
Le gusta vestir de blanco y por eso luce una musculosa. Sus pantalones largos muestran su sello de categoría. Para muchos se convirtió en una celebridad. Otros lo consideran un exponente fashion que nada tiene que ver con el nuevo apodo: “el pelado Alvarez”.
Aún entre rejas no deja de ser un tipo distinto. Una faja le cuelga sobre una de las piernas, y sus pies muestran sandalias chatas. Sigue siendo “Gaby”, como lo llaman amigos y familiares. Está preso. Una tarde de verano en Punta del Este, viajaba junto a su secretario y chofer en un auto importante. Se maneja como se vive, dijo alguien. Terminaron estrellados a un costado de la ruta.
Algunos famosos, montados en cuatriciclos corrieron a ver que pasaba con él. Con Gaby. A pocos metros, sobre el pavimento había dos pibes tirados. Muertos. La moto en que iban, destrozada por el choque.
“Fue Gaby”, dijo su amigo. Gloria Pérez del Cerro, tenía 31 años. Fernando Cichiari, 32. Ya no están. El descontrol del glamour se los llevó por delante.
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