viernes, 26 de diciembre de 2008

Más allá de los pelos blancos


Teresa es una mujer de siete décadas, elegante y dedicada a la computación. Junto a su amiga y vecina, Haydee, fueron parte de la entrega de los certificados a 87 alumnos, que cursaron los talleres de Adultos Mayores en la Universidad Nacional de La Pampa (UNLPam).

El acto se realizó este jueves, en la sede de la Facultad de Ciencias Veterinarias de nuestra ciudad. La iniciativa forma parte de un programa que impulsa la Secretaría de Extensión de la casa de altos estudios, en forma conjunta con la Coordinación de Adultos Mayores del Ministerio de Bienestar Social de la Provincia.

Apenas terminó la ceremonia, Teresa y Haydee aprovecharon un ratito para conversar con LA ARENA sobre esta experiencia que les permitió aprender tantas cosas nuevas durante este año. Ambas mujeres destacaron cómo entender la tecnología las acercó a una forma de  comunicación diferente con la familia.

“Yo ahora chateo con mis nietos y amigas”, contó Haydee, abuela de seis chicos. Para Teresa, estudiar era una “materia pendiente” y, por eso, quería que sus nietos tuvieran de recuerdo una foto de ella, mientras recibía el certificado en la facultad. A dos escalones, su hijo que acababa de llegar de la ciudad de La Plata, la miraba orgulloso con la maquina digital en la mano. Las dos alumnas coincidieron en que a través de los cursos vencieron “el miedo a la computación”.

La ceremonia se realizó en el auditorio de Ciencias Veterinarias. Fue presidido por la vicerrectora de la UNLPam Estela Torroba y el secretario de Cultura y Extensión Universitaria Luis Díaz.

Hasta allí y en el medio de una tormenta incómoda se acercó cada uno de los alumnos acompañados de sus familiares. Abuelas y nietos se ubicaron en las butacas, cada una con el nombre del “alumno mayor”, que cumplió con el curso.

Un video institucional abrió el acto, para mostrar el trabajo de los docentes, mientras se recordaba el importante crecimiento demográfico de los mayores de 60 años en la provincia. El granizo, que repiqueteaba en techos y ventanas, no pudo tapar las voces de cada uno de los presentes al momento de cantar el Himno Nacional, para abrir después el espacio a las palabras.

Una alumna, Nelly Alvarez, del taller literario, destacó el nivel de las clases y cómo sus vidas se alimentaron de “nuevos sueños”. Desde el atril, ubicado en el escenario, agradeció a la universidad y a los docentes por la propuesta educativa. A pocos metros, en la mesa cubierta por una tela bordó, las autoridades le prestaban mucha atención. Luego, su profesora, Agüeda Franco, repasó el año lectivo y recordó en palabras de Olga Orozco que la poesía “no es complaciente, sino perturbadora”. 

 

Una “pelea constante”.

Durante su discurso, Torroba hizo hincapié en el compromiso de los alumnos y en la “avidez” por aprender. “Es conmovedor y nos enorgullece”, dijo la vicerrectora, para después explicar que 550 personas adultas mayores cursaron talleres en toda la provincia. “Estamos para satisfacer las necesidades de la sociedad”, agregó al rescatar el valor de la universidad pública.

Díaz, a su turno, enarboló la Reforma del 18 y los tres pilares que se deben cumplir desde los claustros: docencia, investigación y extensión universitaria. “Debemos estar abiertos más allá de la enseñanza y deben saber ustedes que es una pelea constante conseguir fondos para desarrollar extensión”, dijo Díaz. Luego, agradeció los aportes llegados desde Provincia para el área.

Cuando las palabras se aplacaron, los organizadores solicitaron a los alumnos de los talleres de manejo de cámara digital, computación y literatura se ubicaran en los pasillos para recibir sus certificados. Fue el momento en que retumbaron los nombres y apellidos, acompañados de muchos aplausos. Fue la noche en que las abuelas y los abuelos aferraron en sus manos el diploma, frente a la mirada emocionada de sus hijos y nietos.

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