El lunes amaneció lluvioso. En la Terminal de Ómnibus algunas caras cansadas. Otros, tenían las ojeras marcadas. Casi en murmullo decían “buen día”. El sonido del motor del colectivo rompió el silencio. En fila, los pasajeros esperaron el momento para subir y ubicar un asiento disponible. Lunes otra vez, como decía la canción de Sui Generis. Por otros pueblos y ciudades, argentinos despiertan a la vida. Otros se sumergen en la eternidad.
En el café, la pantalla de la televisión devuelve las primeras imágenes. Uno, dos, tres y más. La cifra alcanza a los dígitos y sigue. Son, argentinos muertos en accidentes de tránsito. Pero, la muerte en auto no tiene freno en el último lunes. Entre ellos hay niños y una mujer embarazada. Avanza la mañana, y llegan más muertes, más heridos. Córdoba, Buenos Aires, Bahía Blanca, Jujuy, Santa Fé suman cruces y lápidas. Familias destrozadas, niños sin padres, abuelos sin nietos, son las consecuencias del manejo irracional. Chocan camiones, vuelcan colectivos, se despistan automóviles.
Al menos 115 personas fallecieron en lo que va del mes en accidentes ocurridos en rutas argentinas. Sólo queda saber cuántas serán el mes que viene. Las rutas argentinas parecen haberse convertido en el camino más corto hacia el cementerio.
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